MOTIVACIÓN

La vivienda y su entorno condicionan la salud de las personas, según la OMS, como determinante de Desigualdades Sociales. Según los resultados de investigación sobre COVID-19 y vivienda del consorcio, la calidad y características del espacio doméstico resultan aún más relevantes para el bienestar de sus moradores.

La calidad ambiental interior (calidad del aire, aislamiento termo-acústico, iluminación natural) y el confort térmico, se han visto comprometidos. Otros parámetros (antigüedad de vivienda, construcción, y conservación), condicionan la calidad residencial, la higiene y seguridad. Todos ellos definen la habitabilidad.

La ineficiencia energética de los espacios, por falta de aislamiento y mala ejecución o selección de materiales, origina pobreza energética, o incapacidad de afrontar el gasto energético para alcanzar confort, necesario para el bienestar y la salud humanos.

Los escenarios fijados por el IPCC para los próximos 30 años, prevén subidas de temperatura mayores de 1.5ºC y eventos extremos (olas de calor/frío) más frecuentes, entre otras emergencias socio-sanitarias. Existen evidencias sobre la vivienda como factor protector de la salud ante la vulnerabilidad a temperaturas extremas, pero pocas cumplen las exigencias.

Urge dotar a la vivienda de una habitabilidad mínima ante dichos escenarios.

El ámbito de estudio es México, Bolivia y Chile, regiones con múltiples microclimas, muy azotadas por catástrofes, la COVID y el Cambio Climático, y el Sur de Europa (España y Portugal), castigadas por eventos climáticos extremos.

Objetivos de Desarrollo Sostenible- Alineamiento

ODS 7 – Energía Asequible y no contaminante

El uso eficiente y consciente de la energía, se afronta:

1) mejorando la habitabilidad, se aprovechan recursos naturales (luz y ventilación). La eficiencia mejorada de la vivienda, con propuestas sobre almacenamiento (inercia) térmico, bioclimatismo, soluciones constructivas vernáculas, y basadas en la naturaleza, mitigan la dependencia energética de los hogares de forma asequible, y la pobreza energética.

2) Los escenarios previstos del IPCC a 30 años, eventos climáticos extremos (olas de calor/frío), y otras catástrofes, afectan desigualmente a regiones y poblaciones. La vivienda debe evitar depender de sistemas de climatización frío/calor, que conllevan consumo, y generan desigualdad, mermando la calidad de vida y la salud si no se afronta el gasto. La solución es dotar a la vivienda de cualidades de diseño y técnico-constructivas adecuadas.

3) A estos eventos extremos y el Cambio Climático, se unen otras emergencias, que implican la permanencia doméstica prolongada, y mayor gasto energético, aunque no necesariamente con confort térmico, según resultados obtenidos del consorcio. Esta
sobre exposición a ambientes no necesariamente salubres, también afecta las personas. Si los escenarios se combinan, los efectos son devastadores. Mejorar la habitabilidad contribuye a mitigar la dependencia energética en favor de la igualdad, el bienestar y la salud de las personas, y la preservación del medioambiente.

4) si el confort de la vivienda no se lograse plenamente, se proponen además sistemas de energía renovable, en los que trabaja el consorcio.

ODS 10 – Reducción de desigualdades

La vivienda es un Determinante de Desigualdades Sociales en Salud (OMS). La pandemia por COVID-19 ha azotado especialmente a los más vulnerables, agravando las desigualdades. Las condiciones climáticas previstas a 30 años, más extremas, y la posible permanencia en casa por emergencia o catástrofe, hacen aún más importante mejorar la calidad de la vivienda para todos. La reducción de desigualdades se afronta desde esta propuesta:

1) mitigando la dependencia (pobreza) energética de la vivienda y la sobreexposición a ambientes poco salubres;

2) aplicando soluciones de diseño, técnicas y constructivas para esa mejora, asequibles para las familias;

3) introduciendo en los modelos otros indicadores multidimensionales, que pongan especial atención a hábitats, regiones y poblaciones más vulnerables.

ODS 11 – Ciudades y Comunidades sostenibles

Los hábitats, y en especial las ciudades, son responsables de un 60% de consumo de recursos naturales, y de un 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las viviendas con una habitabilidad deficiente, potencian el consumo de recursos y las emisiones por antigüedad, descuido, o mal diseño/ejecución. En el ciclo de vida de las edificaciones, elecciones ineficientes, suelen conllevar la sustitución de productos, a menudo por otros igualmente ineficientes, con los consumos y emisiones asociados; o, por el contrario, la degeneración de ambientes interiores, y la merma de calidad de vida y salud. Los criterios de actuación deben ser la sostenibilidad (social, ambiental y económica), y la resiliencia ante los diversos desafíos (Cambio Climático/ emergencias-desastres). Se propone:

1) analizar hábitats y tipologías edificatorias regionales, detectando causas de deficiencia habitacional, e in-adecuación a las necesidades de las personas (ámbito social);

2) con soluciones de diseño, constructivas y técnicas económicamente ajustadas, basadas en la tradición, con producción y mano de obra local (ámbito económico);

3) promover soluciones de proximidad, con un ciclo de vida de menor impacto, y duraderos (ámbito ambiental), funcionales y que contribuyan al bienestar.

Proyecto Linkglobal

(VIbRA-IS, ref: INCGL20023)

LA VIVIENDA IBEROAMERICANA ANTE LOS DESAFÍOS POST-COVID Y DE ADAPTACIÓN AL CAMBIO GLOBAL, desde la habitabilidad

Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja (IETcc)

Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Madrid – España